martes, 5 de junio de 2018

Los hombres-lobo (paradojas I)

Esta luna hueca
con su oscura luz
y su inexpresiva mueca,
hacía brillar mi inerte testuz.

Reflejos de un ayer presente,
memorias de un futuro ausente,
candente,
viviente...,
resplandeciente.

Como un sordo aullido,
sólo en esas claras noches,
soltaba mi oculto alarido,
muy precavido,
lejos de personas y coches.

Los hombres-lobo somos así,
personas todo el tiempo
desde los pies a la nariz
esperando el longevo momento.
Ese es nuestro eterno nacimiento.

Salimos, buscamos, gritamos,
nunca nos damos las manos.
Encontrarnos sería fatal;
pelearíamos hasta el preludio final.

He aquí nuestra paradoja:
llamarnos desde la lejana cercanía,
escondidos entre las hojas
antes de que llegue la mañana del día.

Después, vuelta a la mutable rutina,
como personas locamente cuerdas,
hasta la siguiente luna,
aunque..., nunca lo recuerdas...

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