martes, 10 de noviembre de 2015

Oda a la diéresis


Dejadme que me santigüe
y pida algo que mi dolor amortigüe,
un ungüento, una pomada, algo de jengibre,
algo que mi cura atestigüe
y que me haga sentir libre,
volando sin volar como un pingüino
o secándome al sol como un baduino,
pero que mi futuro averigüe
para que así mi alma apacigüe
y, tirado el dolor por el desagüe,
encementarme......, y esperar a que fragüe......

La vergüenza y el desnudo


Vergüenza. ¡Vaya palabra!

Empezamos mal. Una palabra con diéresis; de esas de las que hay dos docenas en el idioma castellano. Y, por si esto fuera poco, su significado.
Tanto así: pudor, recato, turbación del ánimo por timidez o por la conciencia de alguna falta cometida o acción deshonrosa o humillante.

¿Nacemos con vergüenza? No, claro que no.
La vergüenza es algo adquirido, social. Pasamos vergüenza porque sentimos la mirada del otro/a, porque proyectamos su pensamiento o, simplemente, porque sabemos que nuestro acto no es aceptado socialmente como lo que se considera "normal".

¿Por qué nos da vergüenza mostrar nuestro cuerpo desnudo? Solo es piel. Lo único natural es la piel: dermis, epidermis, hipodermis. No hay más.
Menos es más, claro que si.

Al fin y al cabo, nacemos desnudos y morimos........, pues depende.

Yo no acabo de ver lo de los muertos bien vestiditos y arreglados para presentarse ante la "nueva vida". 
Somos materia orgánica y nos descompondremos igual con ropa o sin ella.

Hasta la "santísima iglesia católica" (me niego a poner mayúsculas) lo refrenda:
"Polvo somos y en polvo nos convertiremos"

Amén.....